POR RODRIGO VALDEZ (@rodrisamuvaldez)
El sol ilumina una mitad de la cancha. A la otra parte la obligan a brillar unas cuantas sonrisas de emociones de los presentes. Allí, cada tarde, los partidos de piquivóley -en ese predio ubicado en Villa Leticia, Ñemby- entrega momentos maravillosos y es testigo de la historia de de Angelito (22), quien cada día demuestra que no existen límites cuando uno sabe lo que quiere y ni siquiera una discapacidad le pone freno a la hora de luchar por un sueño.
Angelito nació con una malformación genética que le afectó las extremedidades. Pero eso no fue impedimento para él para mostrar en esa canchita sus habilidades con la pelota al momento de jugar piqui. El joven deja a todos fascinados con su destreza. Los que lo ven lo califican como un admirable fenómeno de esta disciplina.
Su…
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Fuente: Diario Crónica PY – www.cronica.com.py