Calvin Buari estacionó el Volkswagen Jetta negro fuera de la prisión de máxima seguridad que llamó hogar durante años. Miró el imponente muro de concreto del centro penitenciario de Green Haven e inhaló profundamente. Apenas unas semanas antes, había estado al otro lado de esos muros.
Pero en esta visita de junio de 2017, no era un prisionero. Era un emprendedor en ciernes, y llevaba a una anciana a visitar a su nieto tras las rejas.
Un mes antes, Buari había salido de la prisión…
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Fuente: Diario Popular – popular.com.py