Una semana después de que Lula fuera investido presidente en una ceremonia que combinó pompa institucional con fiesta popular, una turba de seguidores de su predecesor, el ultraderechista Jair Bolsonaro, invadieron y saquearon el palacio presidencial, el Congreso y el Supremo Tribunal Federal, inconformes con la victoria electoral del exlíder sindicalista.
Las imágenes del ataque dieron paso inmediatamente a otra poderosa estampa: Lula y los jefes de los poderes Legislativo y Judicial bajaron la rampa que une el palacio de Planalto, sede presidencial, y la plaza de los Tres Poderes.
Juntos reafirmaron que la joven democracia de Brasil no va a ser derrotada, casi cuatro décadas después del fin de la dictadura militar.
“Los hechos (del 8 de enero) tuvieron el efecto contrario” a lo que se buscaba, dice a la AFP Mayra Goulart,…
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Fuente: HOY PY – www.hoy.com.py