En Piribebuy, esa figura cercana, comprometida y profundamente humana tiene rostro y voz: es el padre Alcides Mendoza, párroco de la iglesia Dulce Nombre de Jesús, quien lleva adelante su vocación con una entrega silenciosa pero firme, tejida en cada gesto y en cada encuentro con su comunidad.
“Ser párroco es una gracia de Dios”, afirmó con serenidad. “Es una gran responsabilidad, sí, pero, sobre todo, es un regalo que el Señor me permite vivir cada día, en cada persona que se…
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Fuente: Abc Color – www.abc.com.py
