
Ellos no estaban interesados en su recuperación moral, ni tampoco en un encuentro transformador con Cristo, pero querían tener un elemento para acusarlo; y por otro lado, proclamarse “más puros” que la mujer pecadora.
El Maestro, que conoce el corazón del ser humano, y no está dispuesto a juegos de hipocresía, les desenmascara con la célebre frase: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que arroje la primera piedra”.
Una vez que libró a la mujer adúltera, digamos así, de sus…
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Fuente: Abc Color – www.abc.com.py