
Ingresé al ajedrez de manera accidental. Mi hermano menor de chico era muy hiperactivo –cabezudo, como solemos decir– y la psicopedagoga del colegio le dijo que debía practicar ajedrez. En 2002 todavía no había academias o clubes como hoy, pero mi papá contactó con un profesor cubano, Ángel Hernández, que iba a domicilio.
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Él le enseñó a mi hermano, y como me llevo cuatro años con él, famoso, tus padres te dicen que debés hacer…
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Fuente: Abc Color – www.abc.com.py