Una nebulosa red que se pone en marcha en el momento en el que camiones con grandes troncos son asaltados en la carretera o a las puertas de los fundos, que necesita de aserraderos especializados para reducir la carga y de mediadores para la venta de un producto que solo puede ser colocado en un mercado muy reducido.
Y que también salpica a las aseguradoras y a las propias madereras, en un laberinto tan intrincado que, según expertos, supera a grupos radicales como la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM) que lidera Llaitul y que hacen complicado que vaya a desaparecer a corto plazo.
“La incidencia que estos grupos pudieran tener en la cadena de robo de madera es solo una parte, un rol dentro de un conjunto de otros roles”, explica a Efe…
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Fuente: Abc Color – www.abc.com.py