
Era el domingo 13 de abril de 2025 cuando me acordé de la torre del loco –como la llama Rafael Argullol (1)–, aquella habitación en casa del carpintero Ernst Friedrich Zimmer, en la ciudad de Tubinga, a orillas del río Neckar, donde vivió durante 36 años un hombre al que consideraban loco, aunque Zimmer no compartiera esa opinión, pues era, tengo entendido, un gran admirador de su poesía. En un mundo moderno y secularizado, el loco creía en los dioses de la Antigüedad, y creía…
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Fuente: Abc Color – www.abc.com.py