La localidad, situada en la región de Donetsk, quedó totalmente destruida después de meses de bombardeos. Los rusos la ocuparon durante el verano boreal, pero las tropas de Kiev la recuperaron en septiembre en una contraofensiva.
Durante los combates, no se salvó ni una sola casa. La iglesia azul, acribillada, está casi totalmente destruida. Su cúpula dorada yace ahora destrozada en el suelo.
En la escuela del pueblo, que tenía unos mil habitantes antes de la guerra, el suelo está recubierto de libros y cuadernos. Entre las mesas queda lo que los rusos dejaron atrás: colchones y algunos uniformes.
Las calles están repletas de escombros y de piezas de coches destrozados. Algunos perros errantes siguen a los visitantes sin ladrar.
Un gato maúlla desesperadamente, pero cuando uno se acerca, sale corriendo.
– Presencia humana…
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Fuente: HOY PY – www.hoy.com.py