
“Me gustaría ser la primera”, había admitido Julien Alfred sobre su sueño de dar a la pequeña isla caribeña de Santa Lucía su primera medalla olímpica. Lo que quizás no imaginaba es que iba a ser de oro y en los 100 metros, un premio a su constancia.
Los 10 segundos y 72 centésimas de su línea recta bajo la lluvia eran la culminación de una carrera marcada por los obstáculos desde muy joven.
Esta fervorosa cristiana de apenas 23 años tuvo que enfrentar con apenas 12 la muerte de…
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Fuente: Versus – versus.lanacion.com.py